26 de noviembre
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Reeves, ministra de Finanzas británica, se acerca a la hora de la verdad con los presupuestos
Por Andy Bruce
MÁNCHESTER, Inglaterra, 25 nov (Reuters) -"No tendremos que volver a hacer un presupuesto como este nunca más", aseguró hace un año la ministra de Finanzas británica, Rachel Reeves, insistiendo en que había restablecido la estabilidad de las finanzas públicas en su primer intento y que no volvería a subir los impuestos.
Cuando Reeves presente sus segundos presupuestos anuales el miércoles, previsiblemente anunciará otra ronda de cuantiosas subidas de gravámenes, lo que pondrá a prueba la confianza del gobernante Partido Laborista y atraerá la mirada escrutadora de un inquieto mercado de bonos.
Los primeros 18 meses al frente de la sexta economía más grande del mundo han sido difíciles para Reeves.
La execonomista del Banco de Inglaterra, primera mujer en ocupar el cargo de ministra de Finanzas, ha apostado su identidad política a convertirse en el antídoto contra el caos que ha sacudido la política británica en los últimos años.
Sin embargo, varias semanas de mensajes contradictorios por su parte y del primer ministro, Keir Starmer, sobre los impuestos han minado la confianza de los inversores y los votantes, dejando en entredicho su credibilidad y, quizá, la supervivencia política de Starmer.
Según YouGov, solo el 9% de los británicos cree que Reeves está haciendo un buen trabajo, frente al 61% que opina lo contrario.
Los críticos intentan burlarse de ella llamándola "Rachel la de contabilidad", invocando el estereotipo de la oficinista, pero Reeves afirma que no está en la política para ser popular y esgrime las nuevas inversiones públicas en energía nuclear y en el servicio sanitario como prueba de su influencia.
"¿Hemos hecho todo lo que queríamos hacer? Por supuesto que no, y soy la primera en reconocerlo", dijo a la BBC este mes. "Pero estamos avanzando".
LA JUGADORA DE AJEDREZ ESPERA DAR LA VUELTA AL TABLERO
Reeves, que era una jugadora de ajedrez estrella en su época escolar, espera lograr una maniobra de salvación: escapar de una posición perdedora con astucia para forzar tablas o una victoria.
Ello implica convencer a los mercados financieros de que tiene un plan creíble para las finanzas públicas.
También debe persuadir a sus inquietos colegas del Partido Laborista de que no ha desperdiciado la aplastante victoria del año pasado y que aún puede ofrecer mejores servicios públicos, inversiones y crecimiento.
Reeves ha defendido la "securonomía", es decir, la necesidad de que los Gobiernos se preparen para una era de constantes conmociones. Pero este mes culpó a los aranceles comerciales del presidente estadounidense, Donald Trump, y a los conflictos globales de haber agotado el pequeño colchón fiscal que ella misma se había fijado.
Un diputado laborista, que habló bajo condición de anonimato, reconoció que Reeves fue víctima de las circunstancias, "pero quizá debería haberse preparado mejor".
LO QUE SE ESCONDE DETRÁS DE LA FACHADA "FÉRREA"
Sus colegas dicen que Reeves es más cálida que su imagen pública como defensora de sus "férreas" normas fiscales.
Esa imagen se desvaneció en julio, cuando lloró en el Parlamento, lo que provocó especulaciones sobre su futuro.
"La mayoría de la gente ha tenido algún día en el trabajo en el que ha ido al baño a llorar o le ha dicho a su jefe: 'Me voy a casa antes'. Por desgracia, mi momento difícil fue en directo por televisión", declaró al periódico The Times.
El episodio simbolizó los fallos de comunicación del Gobierno de Starmer: el primer ministro dejó claro su apoyo incondicional a Reeves solo después de una venta masiva de bonos.
Con el recuerdo aún fresco de la crisis del "minipresupuesto" de 2022 bajo el mandato de la ex primera ministra conservadora Liz Truss, los inversores se preguntaron si el Partido Laborista era consciente del riesgo de pérdida de confianza.
LOS INVERSORES CRITICAN A REEVES, PERO TEMEN LA ALTERNATIVA
A principios de noviembre, Reeves parecía estar preparando el terreno para una subida del tipo impositivo del impuesto sobre la renta, advirtiendo de que cumplir la promesa electoral de no subirlo supondría profundos recortes en las inversiones.
Por eso, los inversores se sorprendieron cuando fuentes del Gobierno anunciaron un aparente cambio de rumbo: el impuesto sobre la renta no subiría, lo que planteaba la posibilidad de múltiples subidas fiscales más pequeñas con un aumento de la recaudación poco claro.
Los bonos del Estado se desplomaron, lo que llevó a las fuentes a atribuir el cambio de rumbo a unas previsiones económicas mejores de lo esperado.
"Se ganó cierta credibilidad. Se vio cómo los rendimientos de los bonos del Estado empezaban a reaccionar a ello y, luego, básicamente, la perdió", afirmó David Zahn, director de renta fija europea de Franklin Templeton, que gestiona 1,5 billones de dólares en activos.
"Es una economía del G7. No podemos seguir haciendo eso", afirmó Nicolas Trindade, gestor de carteras de AXA Investment Managers, que gestiona 879.000 millones de euros en activos.
Sin embargo, a los inversores les preocupa que cualquier nuevo ministro de Finanzas pueda no ser tan conservador en materia fiscal y que su marcha pueda perjudicar gravemente al Gobierno de Starmer.
"El mercado de bonos del Estado no está dispuesto a tolerar la incertidumbre", afirmó Lauren van Biljon, gestora de carteras de divisas y tipos de interés de Allspring Global Investments, que gestiona alrededor de 630.000 millones de dólares.
Aun así, muchos inversores prefieren los bonos del Estado en sus carteras y los rendimientos de referencia a 10 años siguen estando notablemente por debajo del máximo de 27 años que alcanzaron en septiembre.
Los bonos británicos a más largo plazo han tenido un mejor rendimiento que la mayoría de sus homólogos del G7 este año, pero el panorama es menos halagüeño si se toma como punto de partida las elecciones laboristas de julio del año pasado, ya que solo los bonos japoneses han tenido un rendimiento peor desde entonces.
PALABRAS CÁLIDAS EN ESTADOS UNIDOS, FRÍO RECIBIMIENTO EN CASA
A pesar de las presiones, Reeves transmitió tranquilidad a los representantes financieros y empresariales durante su reciente viaje a Estados Unidos, incluso en una reunión privada del Instituto de Finanzas Internacionales, una asociación mundial de las principales instituciones financieras, según una fuente que estuvo presente.
Su popularidad entre las empresas de su país es menor, debido en gran parte a la subida de impuestos a los empresarios del año pasado y a la persistente incertidumbre.
El lunes, el presidente de la Confederación de la Industria Británica acusó a Reeves de ignorar a las empresas en políticas clave, lo que contrasta con su cortejo a las empresas antes de las elecciones.
Los nerviosos mercados de bonos suponen la amenaza más inmediata, seguidos por los parlamentarios laboristas, que podrían volverse contra Reeves si los inversores se asustan por los presupuestos del miércoles.Starmer sabe que él también está ligado a su destino, y en julio dijo a la BBC que su Gobierno era una asociación entre los dos.
"Ella y yo trabajamos juntos, pensamos juntos", afirmó. "Estamos en sintonía".
(Reporte de Elizabeth Piper, Sarah Young, Elisa Martinuzzi, Dhara Ranasinghe y Yoruk Bahceli; redacción de Andy Bruce; edición de William Schomberg y Toby Chopra; editado en español por Tomás Cobos)